Los alimentos que ingerimos no sólo afectan nuestro peso, sino también en nuestro estado de ánimo.
Lo que comemos y bebemos realmente nos afecta, ya en que los alimentos que consumimos contienen una mezcla de productos químicos, que cambian nuestro estado físico y hasta el mental y emocional.
Todos somos concientes que la comida chatarra tiene efectos nocivos en los niños, pero nos olvidamos que también afecta el estado de ánimo de los adultos. Lo que comemos determina nuestra salud a corto y largo plazo. En otras palabras toda la comida tiene un efecto positivo o negativo en nuestro cuerpo incluso a nivel mental.
Cuando los niños disfrutan con dulces y refrescos, hay un cambio casi inmediato en su comportamiento que se manifiesta en forma agresiva, exigente, o de berrinches. Esta afirmación se sustenta en que aquellas escuelas donde fueron prohibidos este tipo de productos, el comportamiento y concentración de los pequeños mejoraba, su carácter se mostró más dócil.
Sin embargo, adultos creemos que somos lo suficientemente fuertes para controlar los efectos que pueden tener los alimentos en nosotros. La mayoría de las veces le atribuimos nuestro cambios emocionales al estrés laboral o a las discusiones de pareja, pero también tienen relación con los alimentos, ya que cuando bajan los niveles de azúcar en la sangre nos volvemos más agresivos, estresados y nerviosos.
Esto se debe a que el cerebro comienza desesperadamente a tratar de conseguir más comida y la falta de azúcar hace que el cerebro libere adrenalina, que a su vez provoca mal humor. Aunque hay que aclarar que la comida puede ser sólo uno de los factores del estado de ánimo.
Es por eso que los especialistas le dan tanta importancia a tener una dieta saludable, pues es necesario tanto para la salud mental como para la salud física.