¿Te has preguntado cómo le hacen algunas personas para levantarse temprano sin ningún problema mientras que a ti te cuesta mucho trabajo?, o ¿por qué hay quienes están muy lúcidos por las noches?
La respuesta es simple no todos somos iguales, y al parecer esto además de afectar nuestra personalidad o nuestro aprendizaje también afecta nuestros horarios de sueño. La investigadora Jessica Rosenberg y sus colegas decidieron ir más a fondo en esta cuestión descubriendo la primera evidencia física de las diferentes estructurales cerebrales que distinguen a los madrugadores de quienes se quedan despiertos hasta tarde.
Así como las aves, aquellas personas que se despiertan temprano sin ningún problema son llamados “alondras”, y quienes se quedan despiertos hasta altas horas de la noche “búhos”. Cerca del 10 % de las personas califican como “alondras”, 20 % son amantes de la noche, el resto de las personas está en un punto intermedio.
El estado de “alondra” o “búho” se denomina “cronotipo”. Estudios previos indican que las personas noctámbulas (o búhos) experimentan peor sueño, más cansancio durante el día y un mayor consumo de tabaco y alcohol, algunos llaman a este estado como un “jet lag” crónico. Los investigadores escanearon los cerebros de 16 “alondras”, 23 “búhos” y 20 cronotipos intermedios. En los noctámbulos encontraron una reducción en la integridad de la materia blanca -tejido cerebral en gran parte compuesto por material aislante graso que acelera la transmisión de las señales nerviosas- de los en áreas asociadas con la depresión.Creemos que esto podría ser causado por el hecho de estos cronotipos sufren de un desfase de horario permanente, dijo Rosenberg. Sin embargo, aseguró que hacen falta más estudios para confirmar tal argumento. Relojes biológicos asimétricos
La respuesta es simple no todos somos iguales, y al parecer esto además de afectar nuestra personalidad o nuestro aprendizaje también afecta nuestros horarios de sueño. La investigadora Jessica Rosenberg y sus colegas decidieron ir más a fondo en esta cuestión descubriendo la primera evidencia física de las diferentes estructurales cerebrales que distinguen a los madrugadores de quienes se quedan despiertos hasta tarde.
Así como las aves, aquellas personas que se despiertan temprano sin ningún problema son llamados “alondras”, y quienes se quedan despiertos hasta altas horas de la noche “búhos”. Cerca del 10 % de las personas califican como “alondras”, 20 % son amantes de la noche, el resto de las personas está en un punto intermedio.
El estado de “alondra” o “búho” se denomina “cronotipo”. Estudios previos indican que las personas noctámbulas (o búhos) experimentan peor sueño, más cansancio durante el día y un mayor consumo de tabaco y alcohol, algunos llaman a este estado como un “jet lag” crónico. Los investigadores escanearon los cerebros de 16 “alondras”, 23 “búhos” y 20 cronotipos intermedios. En los noctámbulos encontraron una reducción en la integridad de la materia blanca -tejido cerebral en gran parte compuesto por material aislante graso que acelera la transmisión de las señales nerviosas- de los en áreas asociadas con la depresión.Creemos que esto podría ser causado por el hecho de estos cronotipos sufren de un desfase de horario permanente, dijo Rosenberg. Sin embargo, aseguró que hacen falta más estudios para confirmar tal argumento. Relojes biológicos asimétricos
Aunque el equipo controló el consumo de tabaco y alcohol, es posible que las variantes genéticas que los relojes corporales de las personas puedan afectar la estructura cerebral. Pero, tampoco está claro si los cambios estructurales tiene ninguna incidencia en la salud de las personas.
Es interesante que hay diferencias individuales, pero tenemos que entender que lo está causando y encontrar maneras de crear entornos en los cuales las diferencias pueden ser atenuadas, explicó Derk -Jan Dijk, director del Centro de Investigación del Sueño de Surrey en Guildford, en Reino Unido.
Rosenberg sugiere que los horarios de las personas se ajusten con base en sus patrones naturales a la hora de dormir. Pero Dijk, quien no participó en la investigación de Rosenberg, asegura que los noctámbulos que redujeron su exposición a la luz artificial y aumentaron su exposición a la luz natural pueden reajustar sus relojes y así sus patrones de sueño pueden mejorar.
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