Seguro que muchos ya habíais visto esos regalos de navidad, que son una esfera de cristal y dentro hay un pequeño ecosistema marino. Bien, pues esta historia es ligeramente diferente. David Latimer compró esa enorme botella de cristal donde plantó una planta muy conocida, género Tradescantia, ésa que por Galicia es muy conocida, así como el acebo da bolitas rojas en invierno, con “hojas” muy duras y aspecto fiero. Sin embargo, ese aspecto aguerrido de nada le vale para que no sea recogida en navidades para adornar diversos mobiliarios al más puro estilo anglosajón. Me disperso, este señor, se propuso hacer un experimento, y es que metió esta planta en la botella en 1960, es decir, hace ya más de 50 años a modo de experimento para ver qué pasaba. Y la regó por última vez antes de sellarla definitivamente en 1972.
Asombrénse amigos, la planta sigue vivita y coleando.
En esa botella se generó un ecosistema completo, con la entrada de energía a través de la radiación solar, como única fuente externa de energía, y el resto de recursos en un continuo reciclado dentro del sistema de la propia botella. Sus propias hojas sirven de recursos nutritivos a la planta, ayudadas por los microorganismos descomponedores para facilitar la disponibilidad de los elementos nutritivos esenciales. El O2 y el CO2 son principalmente generados por la planta en un continuo equilibrio. Sí, ya sé lo que estáis pensando que esto bien podría ser una actividad de Domingo para enseñarle a los niños como funciona un ecosistema. Aquí podéis ver más información e incluso os explican cómo hacer tu propio ecosistema. Y si queréis que Domingo haga esta actividad a sus niños de las actividades infantiles sólo tenéis que ponerlo en los comentarios!